septiembre 4, 2024

18-09-24

MARIO GARCÍA ///

@arrozavec

Si ya es probable que acabes haciendo el ridículo en tus citas, ¿por qué añadir más trabas invitando a vuestros estómagos también a la fiesta?

Llega la hora de la verdad. Agarras la única prenda de ropa de la silla que no huele a muerto. Consigues salir de casa solo 20 minutos tarde. Nunca has visto a tu match en persona y no sabes si se parecerá a sus fotos o si te encontrarás a un esperpento con pinta de estar con la condicional. Tampoco sabes si resultará ser una persona normal o alguien que te habla de su rutina de piernas. Y, por si tuviera pocas lagunas ya todo, va y se te ocurre proponerle quedar en un restaurante para cenar. ¿De verdad quieres ponerte esa pistola en la cabeza? 

Meter un plan de comida en una cita es como jugar a la ruleta rusa con un kalashnikov. Ya desde que os sentáis, el momento de la carta es un campo de minas donde no hay manera humana de elegir la opción perfecta… ¿Le irá lo gocho? ¿Lo healthy? ¿Lo coprófago? 

Eso siempre que tu cita no sea crudivegana paleosintética espongiforme y tus opciones de compartir plato se limiten a una raja de melón. 

Cuando la química se te atraganta - La Corte
Óleo de @a.corot

Por si fuera poco, se une el capítulo “alergias”. Y es que no hay nada más erótico que ver a alguien hacerle un interrogatorio al camarero en plan examen de toxicología. «¿Este plato tiene gluten? ¿Lactosa? ¿Frutos secos? ¿Alguien con glaucoma ha respirado cerca de él?”

Si llegáis a un acuerdo de mínimos y conseguís pedir algo, entonces viene el momento clave de enfrentaros cara a cara sin más distracción. ¿Silencios incómodos? ¿Conversaciones aún más incómodas? Piénsalo. Escaparse de una cena a mantel puesto es bastante más jodido que hacer bomba de humo en la barra de un bar.

Cuando la química se te atraganta - La Corte
Foto de @tiberi.bar

Pero para incómodo, un clásico: el momento de la cuenta. Esa gran lucha con aires de tragicomedia griega para que tu cita no se escaquee al baño (y que, con la suerte que tienes, le acabe pidiendo además el teléfono al camarero). 

Y por si crees que tu inolvidable velada no podría sumar otro capítulo negro más, con un poco de suerte seguramente termine sentándote mal ese risotto de gamba cruda que insistió en pedir tu ligue, y acabes la noche teniendo una cita en casa pero con el váter, y de paso comprando papeletas para sumar en unos años el colon irritable a tu lista de achaques.

Así que, la próxima vez que tengas una cita, dale una vuelta antes de meter una comida en la ecuación. Puede que la química esté en el aire pero, definitivamente, no está en el plato. 

Facebook
Twitter
LinkedIn

No te lo pierdas

Forma parte de nuestra comunidad y recibe tu membresía Flecha abajo