Maduritas y que no respiren: la fiebre por las carnes envejecidas
MARIO GARCÍA ///
@arrozavec
Muchos restaurantes compiten ferozmente por brindar el filete más rancio en un circo mediático más próximo a la necrofilia que a la gastronomía.
Uno de los fenómenos más surrealistas de la escena culinaria, es la absurda carrera que parecen tener muchos locales por ofrecer la carne con mayor maduración. Esta espiral demencial eleva a la categoría de placer gustativo comerte un cadáver casi putrefacto en un contexto donde el término fresco parece haberse vuelto casi un insulto.
Es como si el acto de sentarse a la mesa se hubiera transformado en una práctica BDSM donde el verdadero deleite radicara en apalear a tu estómago. Y donde pareciera que, si no estás degustando un animal que haya pasado más tiempo en una cámara que respirando, fueras un espantajo para los códigos de la alta cocina.
El show ya comienza desde la calle cuando vas caminando y te topas de bruces con neveras-escaparate llenas de rumiantes mutilados del color de un zurullo seco, capaces de intimidar al mismísimo Hannibal Lecter y de dejar en coma directamente a un vegano.
Ya en la mesa con la carta delante, que podría pasar por la hoja de ruta de un profanador de tumbas, se te abre un abanico de posibilidades que van desde la momia novicia hasta el fósil jurásico (el récord mundial parece estar en un lomo de vaca que lleva madurándose siete años).
Sobra decir que preguntar por el punto de la carne en esta tesitura resulta del todo irónico… Eso sí, el lado positivo es que no tienes que preocuparte por una mala digestión porque lo que saldrá por detrás no será mucho peor que lo que te hayas metido por la boca.
Y si se te hace bola, siempre puedes pedirle al metre que te acompañe la atrocidad con algún queso rebosante de gusanos o de algún licor añejo cuyas notas en el paladar sean las de estar bebiéndote un bote de barniz.
@cenandoconpablo ¡Probando Carne de Buey MADURADA 700 DÍAS en el Restaurante Ca Joan de Altea! #chuleton #carne #carnemadurada #altea ♬ sonido original - CENANDO CON PABLO
Y es que esta tendencia de ofrecer bocados que harían vomitar a nuestros abuelos y anhelar la comida de la postguerra, rebasa desgraciadamente el mundo de las carnes para encumbrar lo que, en cualquier otra circunstancia, sería considerado de atentado a la salud pública.
¿Con qué exquisitas propuestas nos sorprenderán próximamente los adalides de la restauración? ¿Entrecot de vaca loca exhumada? ¿Paella de conejo con rabia? Hagan sus apuestas. Y, sobre todo, su testamento.
