abril 3, 2024

La obsesión por lo coquette y ser esa chica tonta

LA CORTE ///

@lacorte_____

Cuando internet se obsesiona con una estética no hay quien le pare. La tendencia coquette está ocupando nuestras pantallas.

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Ya lo vimos en la colección de San Valentín de Skims x Lana del Rey; hace unas semanas en la pasarela FW24 de Prada, donde los lazos fueron los protagonistas; y sin ir más lejos, hace pocos días Cecilie Bahnsen lanzaba una colección donde exclusivamente se respiraba esta estética (aunque es la esencia de la casa). Sin embargo, lo curioso de esta tendencia no es cómo llega a nuestro armario, es más bien cómo se ha asentado en absolutamente todos los rincones: uñas con diseños maximalistas llenas de perlas, accesorios para el pelo en forma de flores gigantescas, lazos en los calcetines o tartas excesivas de colores pasteles. 

Esta moda existe desde siempre -al final todo existe desde siempre-, pero esta vez está dominando el mercado, nuestro estilo, nuestro bolsillo y nuestra mente. Una tendencia que quizás viene de la mano de los vídeos cutes de animalitos, del excesivo interés por lo visual y de los TikTok de bebés jugando con cachorros.

En general, una estampa realmente tierna que pretende sacar nuestro lado más infantil. 

Pero, ¿hasta dónde puede llegar nuestra obsesión por lo coquette? ¿Por qué nos cegamos con las cosas de chicas y para chicas? ¿Queremos volver a ser niñas? ¿Seguimos con la idea de performar ser una chica chulísima?

La vida ha resultado ser mucho más sencilla cuando hemos dejado de esforzarnos en pretender ser las más leídas, las más listas y las más cultas. De hecho, la vida ha dejado de ser agotadora desde que no nos focalizamos en demostrar que nuestra mente sabe de todo lo que tiene que saber. Incluso nos hemos animado a volver a escribir como si estuviéramos en messenger y nos mostramos en redes como si no supiéramos expresarnos como adultas. Una especie de escudo para evadirnos de la realidad. Una puerta a un nuevo mundo donde la intelectualidad no tiene cabida.  

De repente, queremos ser niñas ingenuas en cuerpos de adultas. ¿Se lo debemos a la moda coquette? ¿O la moda coquette nos lo debe a nosotras? ¿Ser inteligente y seguir esta estética son elementos excluyentes?

Este artículo no es una crítica a todas las que nos hemos infantilizado. Al final, habernos pasado la vida teniendo que exhibir que éramos más inteligentes que el resto, nos ha llevado al punto contrario; tener que gritar un poco más para que nos escucharan, ha hecho que nos dé igual ser críticas; justificarnos más que los hombres, ha conseguido que huyamos de nuestra propia opinión.

De alguna forma, participar en esta tendencia nos ha derivado en abandonar nuestro espacio. En lugar de seguir defendiendo nuestras ideas, las hemos desechado y las hemos desatendido. Ser una chica tonta ha sido una forma de revelarnos en internet contra los hombres que explican cosas, pero lo hemos estirado tanto que la línea que separa la performance de la realidad casi no se percibe. 

Y no, esto sigue sin ser un artículo en contra de nosotras.

Esto, en realidad, es una forma de defender que es el momento de recuperar nuestras palabras y nuestros intereses. Seguimos teniendo pensamientos que abanderar, proteger y debatir. Seguimos teniendo ideas interesantes que aportar. Convertir cada reflexión, cada emoción y cada interés en algo banal y superfluo solo nos aparta de todo lo que hemos construido anteriormente.

Aunque, ¿cómo renunciamos a este espacio de chicas y para chicas si es el único seguro?

Imágenes:

@skims

@prada

@yip.studio_

@mafaldapatricio

@_.sbxb

 

 

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