abril 11, 2024

¿Por qué la vida a los 30 es mejor que a los 20?

LA CORTE ///

@lacorte_____

Siento que, cuando tienes 20 años – o estás en esa década –, los 30 se ven como algo lejano, como un camino que nunca llegará y que la vida existente en medio es la vida.

Esos años son el momento. Hay cierta presión por vivirlos, disfrutarlos, recordarlos y dejarlos dentro de ti porque no van a volver-no se van a repetir-no habrá nada igual. 

Hoy, a través de este texto-artículo y desde la experiencia de una persona de tan solo 31 años, voy a desmentir esa teoría. ¿Por qué la vida a los 30 es mejor que la vida a los 20? ¿Por qué salir con 30 es mejor que salir con 20? Llevo un tiempo dándole vueltas a este tema de hacerse mayor -supongo que igual que todos- y me voy a tomar la libertad de explicar por qué la vida y sus planes nos completan más ahora que hace cinco o diez años.

Editorial Teresa 2

Quiero hablar de esa idea que tanto nos atormenta y que tanto se repite según pasa el tiempo: cuando llegues a los 30 serás viejo para salir de fiesta.

Es cierto que las resacas son peores y que si sales un sábado estarás mal hasta el martes, pero también hay otra cosa que es cierta: ser selectivo a la hora de elegir un sábado para salir hará que ese sábado sea inolvidable. Es curioso cómo recuerdo casi todas mis salidas de los últimos años. Recuerdo todas las veces que fuimos al Marrufo a probar cócteles después del vermú, recuerdo todas las tapas que he probado en El Maño los sábados a mediodía y recuerdo todas las veces que he bailado en Rumore.

Hay un tipo de emoción un tanto banal en saber que el próximo fin de semana vas a quedar con tus amigos con absoluta improvisación. Ese momento en el que llega la una del mediodía, te reúnes en el bar de la esquina y el día va pasando con tranquilidad y sin esperar ningún momento clave.

Con 30 pocas veces compras entradas para ir a discotecas o salas, simplemente te dejas llevar. Puedes volver a casa a las cinco de la tarde o a las cinco de mañana. Todo puede ocurrir y creo que es la parte más importante de todo esto.

Puedes acabar comprándote una entrada para ir a un club de tarde o puedes seguir haciendo ruta de bares hasta que se vaya el sol: probar los vinos ecológicos de La Pastelería, pedirte unas anchoas en Hermanos Vinagre o unas gildas en Gilda Haus. 

Pero, ¿sabéis qué es lo que realmente importa de todo esto? Las conversaciones.

Según la vida pasa, las conversaciones con tus amigos se vuelven más plenas. Empiezas a perder el interés en salir exclusivamente a escuchar a un DJ o en ir a una sala con música. De repente las ganas de unirte a ellos residen en las charlas y en todas las palabras que sois capaces de cruzar durante todo un día.

Sé que puede sonar tópico, cursi y excesivo, pero ese preciso instante en el que te levantas al día siguiente -después de haber estado diez horas fuera de casa- y piensas en todas las conversaciones que nacieron de forma improvisada, es la principal razón que te dará energía para enfrentarte al agobio de la semana- al cansancio de la vida adulta– al estrés del trabajo. Es justo ese pensamiento lo que hará que recuerdes cada salida, cada fiesta, cada bar.  

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